Los dientes podridos, también conocidos como caries dentales en estado avanzado, son un problema dental bastante común que puede afectar a personas de todas las edades. Sin embargo, con una buena higiene oral y controles dentales regulares, es posible prevenirlos o intervenir precozmente. En este artículo, analizaremos las señales y los síntomas de los dientes podridos, explicando qué hacer para salvar en sonrisa y recuperar la salud bucal.
Cómo reconocer los dientes podridos
Los dientes podridos no siempre son fácilmente identificables, especialmente en las fases iniciales. Sin embargo, hay algunas señales y síntomas que deberían ponerte en alerta y empujarte a reservar una visita al dentista. Veamos algunos de ellos:
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Dolor dental: El dolor dental es una alarma frecuente para los dientes podridos. Puede manifestarse como una molestia persistente o como un dolor repentino y agudo, especialmente al contacto con alimentos o bebidas calientes, fríos o azucarados.
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Hipersensibilidad dental: Otro síntoma que no debe subestimarse es la hipersensibilidad dental. Los dientes podridos pueden reaccionar de manera exagerada a estímulos externos como el aire frío, los alimentos o las bebidas calientes o azucaradas. Esta sensibilidad puede ser temporal o persistente.
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Mal aliento (halitosis): El mal aliento (halitosis) es un síntoma a menudo asociado con los dientes podridos. Las bacterias que causan las caries producen sustancias malolientes que pueden persistir incluso después de una correcta higiene oral.
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Manchas oscuras o amarillas en los dientes: Las manchas oscuras o amarillas en los dientes, especialmente cerca de las encías o entre los dientes, pueden indicar una caries en estadio avanzado. Es importante no ignorar estas señales y acudir a un dentista de manera oportuna para un control preciso.
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Agujeros o cavidades: En las fases más graves de la caries, se pueden formar verdaderos agujeros o cavidades en los dientes, comprometiendo su estructura y aumentando el riesgo de infecciones. Además, los dientes podridos pueden causar inflamación y dolor en las encías circundantes. Si nota encías enrojecidas, hinchadas o sangrantes, es fundamental consultar a un dentista lo antes posible.
Qué hacer
Si sospecha que tiene dientes podridos, es fundamental reservar una visita de control con el dentista de inmediato. El dentista podrá evaluar la situación con un examen preciso, que incluye radiografías dentales si es necesario, para determinar la gravedad de la caries y planificar el tratamiento más adecuado.
Tratamiento de los dientes podridos
Según la magnitud del daño, el dentista puede optar por diferentes tratamientos:
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Obturación dental: En las fases iniciales de la caries, es suficiente una obturación dental, es decir, una resina para sellar el agujero y detener la progresión de la enfermedad.
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Inlays dentales: Si la caries ha comprometido una porción más extensa del diente, podría ser necesario un inlay dental, es decir, un dispositivo hecho a medida para restaurar la forma y la funcionalidad del diente.
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Coronas dentales: En los casos más graves, donde la estructura dental está fuertemente comprometida, podría ser necesaria una corona dental para cubrir completamente el diente y protegerlo de daños adicionales.
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Desvitalización del diente: Si la caries ha llegado a la pulpa dental (la parte interna del diente que contiene nervios y vasos sanguíneos), podría ser necesaria una desvitalización para eliminar la pulpa inflamada y evitar la formación de un absceso.
Prevención
La prevención es fundamental para evitar la formación de dientes podridos. Aquí hay algunos consejos para mantener unos dientes sanos y fuertes:
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Cepillarse los dientes regularmente: Cepíllese los dientes al menos dos veces al día, durante al menos dos minutos cada vez, con un cepillo de dientes suave y un dentífrico con flúor. Consulte también esta guía: Su guía completa para una higiene bucal impecable.
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Usar hilo dental a diario: El hilo dental ayuda a eliminar la placa y los restos de comida de los espacios interdentales, donde el cepillo de dientes no llega.
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Seguir una dieta equilibrada: Limitar el consumo de azúcares y alimentos ácidos, que favorecen la formación de placa bacteriana.
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Programar controles dentales regulares: Las visitas dentales periódicas (al menos una vez al año, o con la frecuencia recomendada por el dentista) permiten identificar tempranamente cualquier problema dental e intervenir de manera oportuna.
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